lunes, 3 de noviembre de 2014

"NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE"


En nuestra entrada de esta semana, vamos a dejar apartados a un lado los animales. Hoy hablaremos sobre lo que más de un veterinario se ha planteado alguna vez al acabar la carrera... “Marcharse a otro país para iniciar una nueva etapa”.

Os hablaré de mi experiencia en uno de los países a los que la mayoría de españoles se trasladan a vivir, en busca de trabajo como veterinarios: Reino Unido, United Kindom o como yo lo llamo cariñosamente, UK.

Todo comenzó un 7 de Marzo, día en el que aterricé en un pequeño pueblecito llamado Neston, donde empezaría unas estancias en el servicio de Diagnóstico por Imagen de la Universidad de Liverpool.

He de deciros, que es la mejor forma de empezar a meter la cabeza en el mundo veterinario de UK. Sólo os tenéis que lanzar a escribir a todas las universidades que hay, y pronto comenzaréis a recibir respuestas. La gente es muy agradable y están deseosos de ayudaros en todo lo que puedan.

Posteriormente, me trasladé a la Universidad de Cambridge, para continuar con más estancias en Diagnóstico por Imagen.

Una vez acabada mi etapa como “visitor” (así es como ellos lo llaman), comenzó mi búsqueda de empleo.

Allí existen varias empresas que se encargan, acorde con tu Currículum Vitae, de encontrarte ofertas de trabajo; o bien de ponerte todas las ofertas disponibles que hay en el país, según regiones.

Podéis encontrar ofertas como “locum” (lo que llamamos en España “sustituciones”) o “permanent job “ (lo que sería aquí, un puesto fijo). Algunas de estas empresas son: Vetclick, Recruit 4 Vet, Liberty Star…

Afortunadamente, encontré trabajo en Gales. Una vez superada la entrevista, en la que me dijeron que iba a estar un mes te prueba (“training”) sin cobrar, en una de las clínicas satélite que tenía la principal; comenzaron a pasar los días.

Al principio, me dediqué a hacer tareas de “nurse” (lo que aquí equivaldría a las tareas de ATV); ayudar en consulta sujetando animales, preparando los protocolos de anestesias y limpiando, limpiando y seguir limpiando…

Mientras tanto, preparé todos los papeles necesarios y concerté la cita con el Royal College of Veterinary Surgeons (RCVS) de Londres, para colegiarme y obtener mi número como miembro del RCVS (MRCVS). Al igual que el National Insurance Number (NINo) o lo que equivaldría en España, al Número de la Seguridad Social. Todo esto es necesario para poder ejercer en el Reino Unido.
 
A medida que pasaban los días, cada vez estaba más familiarizada con la forma de trabajar en UK. Y mis compañeros de la clínica estaban tan a gusto conmigo, que poco a poco iba haciendo cada vez más tareas como veterinaria.

Hasta el jefe me ofreció un puesto fijo, con unas condiciones idílicas. Incluso me dieron dos días libres en el puente del 26 de Mayo, para que viniera a España y cerrara todo el papeleo con mi Colegio de Veterinarios de aquí.

La única condición que me puso el jefe, fue que acabara de hacer todo el papeleo, para poder firmar el contrato definitivo.

Acabó mi mes de prueba, y seguía pasando el tiempo y no me daban la fecha para reunirme con el jefe para la supuesta “firma” del contrato. Llegó a pasar un mes y medio, y les dije que como siguiera sin cobrar nada, me tendría que ir (ya que del aire no podía vivir, y menos en un país tan caro como es UK).

Después de esa “pequeña queja”, recibí 150£ por mi trabajo de 15 días extra. Y por fin, me dijeron el día para reunirnos. Con mucha ilusión, esperé que llegara aquel día, ya que para mí supondría lo que siempre había deseado: “Poder trabajar como Veterinaria en el país que siempre había idolatrado”.

No olvidaré nunca ese lunes 19 de mayo, en el que reunidos el jefe y dos de las managers, me dijeron: “Nos gustas mucho y trabajas muy bien, pero no tenemos ningún puesto de trabajo para ti. Pero si quieres, puedes seguir viniendo mañana a trabajar.”

Ninguno de mis compañeros de la clínica se lo podían creer, y por supuesto, yo tampoco.

Así que ese mismo viernes 23 de mayo, con los billetes comprados (tanto de ida como los de la “supuesta vuelta”), recogí todas mis cosas de Gales y regresé a casa con un mal sabor de boca… Abandonar, la que había sido, mi mejor experiencia.

Con esto quiero transmitir, que no todo lo que hay y nos ofrecen en países diferentes al nuestro, es lo mejor y más idílico.  Todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

Aun así, no os creáis que esto supone que no quiera volver, al revés… Ha hecho que me dé cuenta de que es por lo que quiero luchar.

De esta forma, os animo a que os atreváis a vivir y trabajar en un país diferente al nuestro, aunque sea sólo por un periodo corto de tiempo. Es una experiencia inolvidable.


Y recordad…

“Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlo”.

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