En nuestra entrada de esta
semana, vamos a dejar apartados a un lado los animales. Hoy hablaremos sobre lo
que más de un veterinario se ha planteado alguna vez al acabar la carrera... “Marcharse
a otro país para iniciar una nueva etapa”.
Os hablaré de mi experiencia en
uno de los países a los que la mayoría de españoles se trasladan a vivir, en
busca de trabajo como veterinarios: Reino Unido, United Kindom o como yo lo
llamo cariñosamente, UK.
Todo comenzó un 7 de Marzo, día en
el que aterricé en un pequeño pueblecito llamado Neston, donde empezaría unas
estancias en el servicio de Diagnóstico por Imagen de la Universidad de
Liverpool.
He de deciros, que es la mejor
forma de empezar a meter la cabeza en el mundo veterinario de UK. Sólo os
tenéis que lanzar a escribir a todas las universidades que hay, y pronto
comenzaréis a recibir respuestas. La gente es muy agradable y están deseosos de
ayudaros en todo lo que puedan.
Posteriormente, me trasladé a la
Universidad de Cambridge, para continuar con más estancias en Diagnóstico por
Imagen.
Una vez acabada mi etapa como “visitor”
(así es como ellos lo llaman), comenzó mi búsqueda de empleo.
Allí existen varias empresas que
se encargan, acorde con tu Currículum Vitae, de encontrarte ofertas de trabajo;
o bien de ponerte todas las ofertas disponibles que hay en el país, según
regiones.
Podéis encontrar ofertas como “locum”
(lo que llamamos en España “sustituciones”) o “permanent job “ (lo que sería
aquí, un puesto fijo). Algunas de estas empresas son: Vetclick, Recruit 4 Vet,
Liberty Star…
Afortunadamente, encontré trabajo
en Gales. Una vez superada la entrevista, en la que me dijeron que iba a estar
un mes te prueba (“training”) sin cobrar, en una de las clínicas satélite que
tenía la principal; comenzaron a pasar los días.
Al principio, me dediqué a hacer
tareas de “nurse” (lo que aquí equivaldría a las tareas de ATV); ayudar en
consulta sujetando animales, preparando los protocolos de anestesias y
limpiando, limpiando y seguir limpiando…
Mientras tanto, preparé todos los
papeles necesarios y concerté la cita con el Royal College of Veterinary
Surgeons (RCVS) de Londres, para colegiarme y obtener mi número como miembro
del RCVS (MRCVS). Al igual que el National Insurance Number (NINo) o lo que equivaldría
en España, al Número de la Seguridad Social. Todo esto es necesario para poder
ejercer en el Reino Unido.
A medida que pasaban los días,
cada vez estaba más familiarizada con la forma de trabajar en UK. Y mis
compañeros de la clínica estaban tan a gusto conmigo, que poco a poco iba
haciendo cada vez más tareas como veterinaria.
Hasta el jefe me ofreció un
puesto fijo, con unas condiciones idílicas. Incluso me dieron dos días libres en
el puente del 26 de Mayo, para que viniera a España y cerrara todo el papeleo
con mi Colegio de Veterinarios de aquí.
La única condición que me puso el
jefe, fue que acabara de hacer todo el papeleo, para poder firmar el contrato
definitivo.
Acabó mi mes de prueba, y seguía pasando
el tiempo y no me daban la fecha para reunirme con el jefe para la supuesta “firma”
del contrato. Llegó a pasar un mes y medio, y les dije que como siguiera sin
cobrar nada, me tendría que ir (ya que del aire no podía vivir, y menos en un
país tan caro como es UK).
Después de esa “pequeña queja”,
recibí 150£ por mi trabajo de 15 días extra. Y por fin, me dijeron el día para
reunirnos. Con mucha ilusión, esperé que llegara aquel día, ya que para mí
supondría lo que siempre había deseado: “Poder trabajar como Veterinaria en el
país que siempre había idolatrado”.
No olvidaré nunca ese lunes 19 de
mayo, en el que reunidos el jefe y dos de las managers, me dijeron: “Nos gustas
mucho y trabajas muy bien, pero no tenemos ningún puesto de trabajo para ti.
Pero si quieres, puedes seguir viniendo mañana a trabajar.”
Ninguno de mis compañeros de la
clínica se lo podían creer, y por supuesto, yo tampoco.
Así que ese mismo viernes 23 de
mayo, con los billetes comprados (tanto de ida como los de la “supuesta vuelta”),
recogí todas mis cosas de Gales y regresé a casa con un mal sabor de boca…
Abandonar, la que había sido, mi mejor experiencia.
Con esto quiero transmitir, que
no todo lo que hay y nos ofrecen en países diferentes al nuestro, es lo mejor y
más idílico. Todo tiene sus cosas buenas
y sus cosas malas.
Aun así, no os creáis que esto supone
que no quiera volver, al revés… Ha hecho que me dé cuenta de que es por lo que
quiero luchar.
De esta forma, os animo a que os
atreváis a vivir y trabajar en un país diferente al nuestro, aunque sea sólo
por un periodo corto de tiempo. Es una experiencia inolvidable.
Y recordad…
“Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos
marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlo”.
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